AUTOR
Antonio Burgos
Rocío Jurado en su auditorio
Rocío lo cantó todo en el auditorio de La Cartuja. Noches de gloria de la Mohedano en «Azabache», tan guapa, con el pelo planchado, con un clavel rojo sangrando en la boca.
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Qué no daría yo, Rocío...
Eras, eres, seguirás siempre siendo la paloma brava que abrazaba mundos enteros con los vientos de tus alas. Eras, eres, seguirás siempre siendo como una ola de gracia y de entrega a tu gente, que eran todos tus públicos como de la familia.
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A Rocío Jurado, sobre el Himno
QUERIDA Rocío que estás en los cielos de tu Virgen de Regla: si serás grande, niña, que, mira, aquí estamos discutiendo una canción tuya, como una ola, como un rojo clavel.
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Una saeta por Rocío Jurado
Fue hace unas semanas. Caía la noche en su casa de La Moraleja. Y era como si anocheciera en la Cruz de la Mar de Chipiona, o en el Arco de la Macarena, de cercanos que estaban aquellos recuerdos.
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