«Paloma brava»

Desde niña aprendió a amar a México a través del sentimiento musical de Lola y Amalia

Rocío Jurado, la gran cantante andaluza, es fiel porque le sale sin querer. «Quiero seguir siendo yo misma; el éxito es momentáneo y estoy consciente de ello»

por Guillermo A. Ledesma

La voz de Rocío cruza el Atlántico desde la confortable suite del hotel en Paseo de la Reforma en México, donde esperamos a que termine la conversación para charlar con la hermosa intérprete, que es fuego y vida.
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La voz de Rocío cruza el Atlántico desde la confortable suite del hotel en Paseo de la Reforma en México, donde esperamos a que termine la conversación para charlar con la hermosa intérprete, que es fuego y vida.

«¡Ole, cariño mío! ¡Tú te encuentras bien del todo! ¿No? ¡Ah, me alegro! ¡Oye! ¡Me han hecho hija predilecta de Miami! ¡Me han entregao “El SIN de Plata”, el premio máximo de la televisión de ahí! Y me han invitado para el 12 de octubre para estar el Día de la Hispanidad en Miami. ¡Sí! ¡El alcalde de Miami!».

Casi a gritos de júbilo, Rocío Jurado comunica las buenas a alguien que, después sabemos es la esposa de alcalde de Andalucía. La voz de Rocío cruza el Atlántico desde la confortable suite del hotel en Paseo de la Reforma en México, donde esperamos a que termine la conversación para charlar con la hermosa intérprete, que es fuego y vida: «¡Vale, cariño, que te quieroooo! ¡Que viva Sevilla! ¡Que vivas tú y que viva tu marío! ¡Suave! ¡Hasta luego, cariño!».

Escuchamos parte de una plática privada de Rocío Jurado, quien se sorprende al advertir nuestra presencia, después de haber colgado la bocina telefónica: «¡Perdón, pero mientras llegabas hice esta llamada a la esposa del presidente de la junta de Andalucía, que me ha dado la medalla de oro al reconocimiento a mi aportación por la cultura musical de mi tierra —nos dice a manera de explicación—. Es un galardón muy importante que, en este momento sólo lo tiene el rey de España y un héroe que rescató a varias personas de un incendio en un buque. Y este año, me lo otorgan a mí».

La felicidad de Rocío Jurado se advierte en la brillante mirada café, quien luce cómoda y elegante, enfundada en una bata de seda azul. El largo y castaño cabello cae en cascada por los hombros y enmarca la belleza facial. Y ya que el tema son los premios, no lo perdemos. Nos interesa saber cuántos más ha recibido: «He obtenido muchos por dondequiera que he ido —agrega—, como el que te estaba contando. También me han dado la Medalla de Oro del Cante Flamenco. Tengo el primero que me entregaron cuando tenía yo quince años y los seis premios ACE de los críticos de Nueva York. Y muchos más, que son los incentivos para continuar en la carrera. Ahora mismo me acaban de dar “El SIN de Plata” en Miami (ya lo habíamos escuchado), me nombraron “Hija Predilecta de Miami” y ya instituyeron “El Día Rocío Jurado”. En mi pueblo, Chipiona, le pusieron mi nombre a una avenida y a una plaza, donde está una estatua realizada por Juan de Avalos. Son cosas que te hacen sentir bien contigo misma, porque todo tu trabajo y esfuerzo es valorado por la gente a la que dedicas el propio trabajo. Gracias a Dios, todo va bien. Si no, me hubiera retirao del espectáculo; porque soy una persona que hace todo con mucha ilusión y amor. ¡Hombre! ¡A veces tengo momentos bajos! Pero, en general, todo es ascendente. Si ya no tuviera que darle al público, me retiraría, porque sería un trauma demasiado grande que no podría soportar. Desde luego, he tenido momentos muy difíciles; pero, claro, los he superado. El balance artístico es muy positivo, gracias a Dios».

Tengo mis ratos de mal humor; pero, vamos, fundamentalmente me siento un ser hermano y respeto mucho a todas las personas.

Rocío se arrellana en la blandura del sofá y recuerda que desde los ocho años debutó como «cantante vocacional, pues desde pequeña, antes de hablar una frase seguida, ya sabía cantar. Desde luego, mi familia era muy musical. Hay que nacer en el seno de una familia donde se cultive tu vocación. Mi madre cantaba muy bien, aunque nunca fue profesional. Mi padre era perfeccionista del cante flamenco purista. Tampoco fue profesional; pero, el ambiente era musical cien por ciento. Recuerdo que siempre quise ser artista. Todos mis juegos se encaminaban a ser la diva del espectáculo. En los juegos, imitaba a las artistas que yo veía en las películas. Nunca jugué a las mamás, sólo a ser artista. Entonces, mi vocación fue tan grande que en el colegio cantaba en el coro y en las misas. Pero, mucho antes que eso, hubo un festival para recaudar fondos para los niños pobres el día de los Reyes, en Chipiona, mi pueblo, donde actué y canté. Aunque luego actué en otras obras benéficas para mí, porque luego la pobre fui yo, al morir mi padre cuando yo tenía doce años y nos dejó sin nada. Tenía 36 años cuando murió y no tenía una vida sólida económicamente. Así que me puse a trabajar como zapatera. Luego fui a trabajar al campo en la recolección de frutos; también fui modista. De todo eso, estoy muy orgullosa. Pero, me di cuenta que lo mío era cantar y a los quince años, me fui a Madrid, con mi mamá, a intentar ser alguien en esta aventura y hermosa profesión, pero tan difícil».

El relato de Rocío Jurado ha sido espontáneo, fluyendo natural y sincero; solazándose en los recuerdos de aquellos pasajes que, en su momento, fueron «fuertes» y dolorosos. Sin embargo, ahora, constituyen la fortaleza y base de una carrera triunfal. Atrás quedaron las limitaciones y las penurias. Hoy brilla el sol. Así se ve en la mirada de Rocío Jurado. Es otro el panorama.

Insistimos, un poco más, sobre sus sueños artísticos de adolescente a los que Rocío nos conduce: «Yo soñaba —dice—, con las divas que veía en el cine, como la Loren, Brigitte Bardot, Elizabeth Taylor. De las cantantes, admiraba a Juanita Reina, que era una excelente canzonetista andaluza, a Lola Flores y también imitaba muchísimo a Concha Piquer. Bueno, me gustaban todas. Y en el colegio coincidía conmigo, una niña que se llamaba Loli Queri y cantaba muy bien las rancheras. A mí me gustaba lo que cantaba de música mexicana. Así que a través de ella, me fui aficionando a este género. Y por amigos de mis padres, me interesé por los discos de México. Fue como escuché a Lola Beltrán que ha sido mi gran ídolo de toda la vida; a Amalia Mendoza “La Tariácuri”. Mucho después, Lucha Villa. De la canción moderna de aquel tiempo, estaba Angélica María, ¿te acuerdas? Tenía unas canciones mexicanas, pero muy modernas y con mucho ritmo, ya estaba yo más grandecita. Todo eso lo he ido conociendo y mando antes de venir a México. Ahora, fíjate, estoy aquí. ¡Qué bonito! Amalia Mendoza siempre me hacía llorar, por tanto sentimiento que pone en sus canciones. Amalia y Lola son como nuestras cantantes de flamenco que tienen singular profundidad de sentimientos en su canto. La amargura y la alegría del amor. Todo cantao muy p’adentro, con mucho pellizco de corazón, como yo digo... Entonces, ahora que las he conocido en persona, son como sueños que consideré irrealizables. ¡Muy hermosa!».

Quiero mucho a la gente y respeto los sentimientos de cada quien, pero no respondo a los sentimientos que van en contra de mi manera de pensar.

Su evocación la rubrica con un profundo suspiro. Rocío, sin embargo, tiene ya un sitio dentro del ámbito internacional del espectáculo. ¿Comparable al de sus ídolos? «Bueno —se nota cierta modestia y nos pone un ejemplo, para justificar su entronización popular—: Mira, me presenté en el Madison Square Garden de Nueva York, donde había veintidós mil personas sentadas. Era la primera vez que yo iba a Nueva York, donde sabía que mis canciones se escuchaban y por eso me habían contratado. Pero, no me esperaba la reacción de tanta gente. Era como si no me pasara a mí. Cuando salí al escenario, vi que las veintidós mil gentes se pusieron de pie, aplaudiéndome y vitorearon, con mucho calor. Miré hacia atrás, pensando que vendría otra persona muy famosa... (Rocío ríe al recordar estas anécdotas). A veces me pregunto: ¿será verdad lo que me está ocurriendo? Lo he deseado tanto que cuando ocurre, creo que no soy yo; pero, cuando me doy cuenta de que es cierto, le doy gracias a Dios. Ahora bien, ser famosa no ha cambiado mi manera de ser. Me ha costado tanto que por eso no me lo creo del todo. Quiero seguir siendo yo misma. El éxito es momentáneo y estoy consciente de ello. Lo que sí quiero conservar es el cariño de la gente hacia mí. Y como el éxito es momentáneo, no quiere envanecerme, ni creerme, menos volverme orgullosa, porque sería contrario a todo lo que yo pienso».

Ahora hurgamos en el ser humano que está lejos de las candilejas: «Soy bastante sensible, muy sincera; de una sinceridad que a veces es un defecto muy grande; porque a veces me pone en situaciones difíciles por ser tan abierta y sincera. Tengo mis ratos de mal humor; pero, vamos, fundamentalmente me siento un ser hermano y respeto mucho a todas las personas. Cuando estoy en mi hogar, que es poquísimo tiempo, procuro ser buena madre estando con mi hija todo el tiempo. Cuando no, me la llevo a donde yo esté. Por ejemplo, el 29 de abril cumplirá años. Como yo no puedo estar con ella, vendrá con mi marido; pero, no por el egoísmo de madre, quiero estropear sus estudios. Como esposa, estoy muy enamoradísima. He encontrado el hombre ideal».

El eterno tema. Cotidiano, perenne, común; pero siempre nuevo. De acuerdo a la capacidad amatoria de cada ser humano. Rocío Jurado es un ser especial en cuanto al amor: «Para mí es fundamental —afirma—. Yo no sabría vivir sin amor. En esta carrera de contrastes y de tentaciones, no soy una mujer que me enamoro fácilmente. Quiero mucho a la gente y respeto los sentimientos de cada quien, pero no respondo a los sentimientos que van en contra de mi manera de pensar. Estoy enamorada de mi marido y aquí queda todo. Para mí eso es muy importante y lo respeto al máximo. Bueno, ni lo pienso. No me pasa por la mente el que yo pueda andar en otro rollo que no sea el de mi vida íntima y particular. El estable, vamos. Soy fiel, muy fiel. Hay una canción mía que me hizo Manuel Alejandro. Como él me ve a mí y se llama, precisamente «Fiel». Escúchala: «Te juro que soy fiel / aunque me cueste sangre / que mi vida es ideal para engañarte / pero, yo soy fiel / no por temor, ni por razones / ya pasadas y superadas / yo soy fiel porque me sale sin querer; / porque te amo más que a nadie / y como nunca he amado nadie...».

Muchas preseas ha recibido Rocío Jurado a lo largo de su carrera artística.
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Muchas preseas ha recibido Rocío Jurado a lo largo de su carrera artística.

Cualquier duda sobre la fidelidad de Rocío Jurado, está disipada: «Es muy bonita la canción y creo que me retrata Manuel Alejandro en mis sentimientos. Soy fiel. Y la canción está grabada en el disco «De ahora en adelante», anterior a «Paloma brava», me la hizo cuando recién me estaba conociendo. Tengo infinidad de amistades; pero, los hombres saben cómo es mi manera de ser y me respetan mucho. Quizá algún amigo actual se me ha acercado buscando a la mujer; porque es lógico, pues estoy en un escaparate continuo; pero si ha venido a conquistarme y lo conquisto por mi manera de ser, bonita y de respeto, sin entrar en el juego de la doble amistad, se convierte en mi mejor amigo, del que me siento más orgullosa. Eso me da mucha tranquilidad íntima. Soy tan así, que si viniera otro estilo de cosas, relaciones extramaritales, yo no estaría tranquila. No sería feliz. Continuamente estaría dándome golpes de pecho y reprochándome tal comportamiento que no va con mi manera de ser. Además, tengo una gente a mi alrededor que no merece la pena de que yo me distraiga en otras cosas...».

Es Rocío, la mujer. La expuesta a todas las debilidades, como ser humano. Pero, sólida en sus convicciones. Simplemente fiel... «aunque me cueste sangre / que mi vida es ideal para engañarte / pero, yo soy fiel / porque me sale sin querer / porque te amo más que a nadie / y como nunca he amado a nadie...».

Y ahora, veamos a Rocío Jurado humanista. ¿Cómo es? ¿Qué piensa?: «Hombre, estoy con mucha preocupación porque el mundo entero está sufriendo una crisis muy grande. Aunque no suelo meterme en política, porque estoy con todo el mundo, sí me preocupa que haya tantas guerras innecesarias y que en varias partes del mundo, hay niños que pasan hambre y miseria. Por ejemplo, en España hay mucho paro de trabajadores (huelgas), sobre todo en mi tierra Andalucía, y eso me duele muchísimo. Ojalá que los gobernantes piensen no solamente en la política de partido, sino en la política humana para que se arreglen tantos problemas. Los líderes de cada país, tienen la gran oportunidad de hacer el bien, sin egoísmos».

Naturalmente, al referirse a situaciones políticas tan delicadas, la Jurado sólo habla de España: «De Felipe González: es una persona con gran carisma que quiere mucho a España. Ha entrado en la política española en un momento muy difícil, de mucho cambio. Aunque el cambio lo hizo Suárez, bastante bien, logrando cosas que no nos esperábamos los españoles que hemos confiado en Felipe González y tiene que demostrar que es merecedor de esa confianza. Por otra parte, soy amiga personal de su mujer y los admiro como personas. Deseo que Dios ilumine a Felipe, para que arregle tantas cosas que no están bien en mi país».

Y así, podríamos continuar charlando con Rocío Jurado, de los más diversos tópicos. Sin embargo, los compromisos la reclaman y tenemos que despedirnos.

¡Hasta pronto, Rocío!...

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