Castañas
Con este traje expresísimo,
que es la mar de modernísimo,
sigo siendo lo que era,
la castiza, castañera.
Y en la esquina de esta calle
me pueden ver sin faltar,
que me estoy quedando afónica —afónica, afónica—
de pregonar:
Castañas, calentitas,
quien las quiere, recién tostás,
pruébelas usted que le gustará.
Castañas, calentitas,
llévelas, que las probará
y repetirá con seguridad.
No hay nadie que no disponga
de un puerto para castañas,
y al que le salen pilonga
no quiere más.
Yo tengo un novio guapísimo,
que es la mar de celosísimo,
y que no sabe, el muy pillo,
separarse de mi hornillo.
Y si acaso un parroquiano
me hecha un piropo al comprar,
pa que no me arme un escándalo —escándalo, escándalo—
vuelvo a cantar:
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