Por la cuesta de la ermita
Por la cuesta de la ermita,
roja piedra y roja arena,
va caminado un gitano,
cara oliva y macarena.
Flota en el aire un suspiro
con recuerdos de saeta,
un sollozo estremecido,
el viento lleva a la huerta.
Una niña hay en sus brazos,
de Sevilla, gitanita,
y hay en sus labios morados,
sabor de nardo y mezquita.
Y la niña muere y muere
de ausencias de Andalucía,
y la niña muere y muere
de ausencias de Andalucía.
Dónde vas, gitano bueno,
por la cuesta de la ermita,
bajo un cielo sin estrellas
y una luna que no brilla.
Dónde dejaste tu cante,
dónde, tu risa morena,
y a dónde vas, gitana buena,
que mirándote en la venta
te enseñan tus ojos negros
los claveles de tu tierra.
Voy a ver a la Señora
que es de los gitanos, Reina,
para que cure a mi niña,
que yo no quiero que muera.
Traigo romero en el alma
y esperanza de que al verla,
tan cerquita de su cara,
mi niña se ponga buena.
Una niña hay a su lado,
cantándole a la mañana,
y hay en sus labios rosados,
sabor de vino y manzanas.
Y la niña sueña que sueña,
que baila por Sevillanas,
y la niña sueña que sueña,
que baila por Sevillanas,
y la niña sueña que sueña,
que baila por Sevillanas...
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