Puse un letrero
Tengo los mandos perdíos
y una pena sin consuelo —tengo los—,
tengo los mandos perdíos,
y tengo en el arma duelo,
por mo del corazón mío
que se me muere de celos.
En tus umbrales puse une letrero
con tres palabras: cuánto te quiero.
De los amores, el más bonito
es el que sabe ser callaíto.
Mira qué poco valía
el querer que me brindabas —mira qué—,
mira qué poco valía,
por tu mare lo jurabas,
—te quiero más que a mi vía—,
y con otra me engañabas.
Yo era clavito y canela,
amapola y pan de trigo —yo era cla—,
yo era clavito y canela,
y tú fuiste mi castigo,
nieve en lugar de candela,
y mi peor enemigo.
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