La mujer del torero
En vilo entre la arena y el lucero,
la risa por el llanto desgarrada;
así está la mujer que ama a un torero,
herida y sin herir por la cornada.
Las tardes, cuando el sol y los claveles
palpitan en la cal como un latido,
te han clavado el puñal de cien carteles;
el guapo que hoy torea: ¡es tu marío!
No piensan en la pena que te abraza
la sien, el paladar y la cintura
ahogándote minuto por minuto. (bis)
Y tú ves el anillo de la plaza
así te escondas en la cueva oscura;
y abril que es siempre amor... te sabe a luto. (bis)
Así está la mujer que ama a un torero. (bis)
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