Tientos del cariño
Tientos
De lo moreno que era,
la piel parecía que le verdeaba,
por eso las tapaeras,
que de tó el sentío a mí me quitaba.
Con negras ducas mortales,
los dos nos quisimos hasta el frenesí,
y después lloré canales
al ver que con otra te fuiste de mí.
Y al luego del desengaño —mi bien—,
mi bien, cá vez que nos vemos,
lo mismo que dos extraños —tú y yo—,
tú y yo, no nos conocemos.
Me dan sudores de muerte
si en medio la calle tropiezo contigo,
y tiemblo ná más que verte
y ya no conozco ni sé qué me digo.
Se me nota en el semblante,
qué pena, pena, ¡vargame Dios!,
que te quiero más que antes,
aunque yo diga, diga que no.
Por este cariño ciego,
sangre de mi sangre de las carnes mías,
al Pare eterno le ruego
que me libre pronto de esta agonía,
al Parecito que está arriba, yo le ruego
que me libre pronto de esta perra vía.
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